27/1/09

LA OPOSICION Y SU CONSTRUCCION

El deber Ineludible de no repetir errores
- La sombra de la Alianza -
Autor: Darío Rinaldi

Finalmente, contra viento y marea y aún dejando heridos y ofendidos se construirá una alternativa al Justicialismo en el poder.
Ello sucederá no tanto porque los líderes opositores lo quieran sino porque el pueblo lo exigirá y no tendrán más remedio que lograr por lo menos mínimos acuerdos.
Si cuando falte un tiempo prudencial para el comicio de renovación de las cámaras legislativas los opositores no hubieran logrado acordar listas comunes, poco a poco las encuestas dirán que el ancho espectro de quienes quieren derrotar a Kirchner (él y ella) irá eligiendo la opción y los opositores recalcitrantes a unirse verán menguar sus expectativas a favor de quienes logren siquiera acuerdos mínimos.
Eso fue lo que sucedió en 1997 y obligó a radicales y frepasistas a dejar de lado sus diferencias y lograr listas comunes para derrotar al Justicialismo menemista, preparándose para el indetenible acceso al poder en 1999.
Es bueno recordar aquella experiencia habida cuenta de la similitud de situaciones:
Un gobierno justicialista desgastado (como el de los Kirchner) no podía evitar desgajamientos políticos (en aquella ocasión Chacho Álvarez, sus ocho y algunos más; en esta Solá, Rodríguez Sáa y algún otro); la población urbana sufría las consecuencias del modelo económico impuesto; el marco económico internacional había dejado de ayudar al gobierno y el entonces presidente buscaba su tercer mandato (hoy Néstor-Cristina-Néstor) para evitar terminar procesado.
En esta circunstancia hay que agregar el ingrediente de que la población rural no parece que pueda apoyar los candidatos del oficialismo, por lo que no servirá de contrapeso a la evidente oposición urbana.
En aquella ocasión tanto radicales como frepasistas se sentían herederos del poder, pero no querían juntar esfuerzos. Fue la presión popular la que obligó a los candidatos ya lanzados de la UCR (nada menos que Alfonsín y Terragno) a ceder sus lugares en capital y provincia de Buenos Aires a cambio de encabezar las listas en el resto de las provincias.
Aquel acuerdo para una elección legislativa marcó el punto final de la era del justicialismo menemista y abrió el camino al triunfo de la Alianza dos años después. Todo lleva a pensar que si la oposición logra conformar listas comunes para esta elección legislativa y triunfa, el justicialismo kichnerista deberá ceder el poder en 2011.
Claro que, como de experiencias históricas recientes estamos hablando, no hay que olvidar el posterior fracaso del gobierno de la Alianza con la consecuente hecatombe de fines del 2001 y 2002, tras ser derrotada en las elecciones de renovación legislativa.
Sin perjuicio de que analizar el (mejor habría que decir “los”) porqué del fracaso merecería algo más que un artículo de cincuenta líneas, no cabe duda que jugaron un papel importante en el desastre final la tozuda persistencia en mantener la convertibilidad heredada del menecavallismo y la obstinación del gobierno de la Alianza en no escuchar otra voz que las de su círculo íntimo.
Esta vez, si finalmente la oposición al justicialismo gobernante gana las elecciones de este año y asume el poder en 2011, tendrá que pensar en un programa alternativo al del kirchnerismo; porque si se continúan -aunque sea sin corrupción- las políticas económicas y sociales en vigencia, tarde o temprano se repetirá la historia de la Alianza.
Nadie crea, no obstante, que Don Néstor está perdido; por el contrario seguramente jugará todas sus cartas en la elección de este año tratando de mantener unido al justicialismo y dividida a la oposición.
Para tan ardua tarea cuenta con dinero suficiente para comprar conciencias, diarios, radios y comunicadores de todo tipo. Promesas habrá, por cierto, para lanzar sobre las zonas más empobrecidas y presiones no faltarán para disciplinar a los díscolos propios.
Pero la clave fundamental de su estrategia será mantener dividida a la oposición y para ello seguramente utilizará a los propios opositores, a sus celos, a su orgullo, a sus ambiciones.
Allí donde vea una hendija meterá el cuchillo; si avanza el acuerdo nacional Carrió-Radicales-Socialistas utilizará a los cucos de la Provincia de Buenos Aires y al propio Cobos para petardearlo; si se levanta la figura de Macri le va a dar alas a su propia ala derecha y Reutemann tendrá toda la prensa que necesite; si en la provincia de Buenos Aires hay listas comunes de los radicales la coalición y el socialismo detrás de Stotbilzer, Kirchner seguramente permitirá que crezca el espacio que puedan armar De Narváez, Moreau, Solá y Duhalde.
¿Podrá? ¿Podrá Kirchner evitar lo que hoy se presenta como una muy probable derrota nacional, una más probable aún derrota en Capital, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos y, quizás, en Corrientes, Río Negro y Chaco?

Aunque parezca mentira, todo depende más de la oposición que del propio gobierno.
Si los dirigentes de la oposición dejan de lado (¡aunque sea una vez!) sus proyectos personales para pensar en el destino común de los Argentinos, por ahí… quien le dice…

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