17/8/09

SOLANAS Y LOS SUPERPODERES

Pino planta discordia

El proyecto de construcción de un sólido bloque de centroizquierda en la Cámara de Diputados sufrió su primer traspié a poco de andar, el miércoles pasado, cuando el presunto colectivo se dividió en dos a la hora de votar las facultades delegadas al Ejecutivo por el Congreso Nacional.

El proyecto de construcción de un sólido bloque de centroizquierda en la Cámara de Diputados sufrió su primer traspié a poco de andar, el miércoles pasado, cuando el presunto colectivo se dividió en dos a la hora de votar las facultades delegadas al Ejecutivo por el Congreso Nacional.

Paradójicamente, uno de los factores determinantes de la división fue un diputado electo que recién asumirá su banca el 10 de diciembre: Fernando Pino Solanas, al proponer que se votara por la negativa para diferenciarse –según dijo– “de la farsa impuesta por el Gobierno y la oposición alineada con la Mesa de Enlace”, a la que comparó con el Pacto de Olivos.

Partidos en dos.

Aunque la postura de líder de Proyecto Sur no prosperó, de los 16 legisladores –integrantes de cuatro bloques de centroizquierda– que habían intentando unificarse detrás de una posición consensuada, diez terminaron votando por la positiva mientras que otros siete se abstuvieron.

Por el sí votaron Carlos Raimundi, Emilio García Méndez y Delia Bisutti (los tres del SI), Ariel Basteiro y Jorge Rivas (socialistas), los fueguinos Mónica Belaus y Leonardo Gorbacz, Victoria Donda y Cecilia Merchán (Libres del Sur), y Vilma Ibarra.

Por su parte, se abstuvieron Claudio Lozano y Eduardo Macaluse (aliados de Solanas), Miguel Bonasso, y los diputados por el SI Lidia Naim, María América González y Verónica Benas.

“Pino quiso jugar de protagonista y en ese juego no le importaron las reuniones de trabajo que habíamos tenido para fijar una posición conjunta”, se quejó uno de los legisladores que terminaron apoyando el proyecto. “Solanas habla con desconocimiento y ese error lo lleva a comparar el Pacto de Olivos con el debate sobre las facultades. Creo que Pino ha tomado una actitud mediática –corroboró el socialista Basteiro–. Cuando recibimos el proyecto oficial entendimos que no se lo podía acompañar así, y por eso planteamos ocho modificaciones, de las cuales se incorporaron siete, gracias a las negociaciones que Vilma Ibarra logró pactar con el oficialismo.

”En el mismo tenor se pronunció Carlos Raimundi, aunque tratando de bajarle el tono a la discusión. “He tomado la decisión de no polemizar con compañeros con los cuales tenemos una mirada desde el campo popular y nacional. Como integrante de un espacio progresista, de 16 diputados, rechazamos por escrito y públicamente el proyecto del oficialismo donde el mensaje era pretendo hacer lo que quiero. En cambio, propusimos en el tiempo y la materia delegada acabar con la aprobación en bloque, y establecer un control técnico desde el Parlamento que se incorporó finalmente al proyecto oficial. Hay un elemento que sí nos une históricamente al oficialismo y es que las retenciones son una herramienta del Ejecutivo. En honor a estos acuerdos y porque me comprometo con un interlocutor aunque piense distinto, cumplo con mi palabra”, dijo.

Desde la vereda de enfrente, Lozano justificó la actitud del cineasta. “Pino afirmó que las facultades extraordinarias eran la continuidad del Pacto de Olivos porque quienes han mantenido la concentración del poder en el Ejecutivo han sido los radicales y el justicialismo. Además, las modificaciones no hacían grandes cambios”, señaló . Y agregó: “Creer que porque uno contradiga una propuesta del oficialismo se le quita poder al Gobierno es una idea que pretende aterrorizar”.

El apoyo de Martín.

En espejo con Solanas, el otro referente del centroizquierda, Martín Sabbatella, no vaciló en apoyar el voto positivo a la vez que intentó restarle importancia a las diferencias dentro del espacio. “Las facultades extraordinarias deben estar a cargo del Ejecutivo porque se deben tomar decisiones de forma permanente. Comparto la decisión de quienes elaboraron y apoyaron el dictamen porque han terminado con la aprobación en bloque de las facultades después de 15 años. Las modificaciones introducidas por el centroizquierda primero plantean la creación de una comisión técnica que estudie la facultades, para que se dejen de aprobar en bloque; segundo, jerarquiza la norma porque debe ser firmada únicamente por el jefe de Gabinete o la Presidente, y tercero, obliga a que cada facultad delegada se debata en el Congreso en un plazo de diez días. De esta manera, se profundizan los controles del Parlamento y se ha logrado pegar un salto cualitativo en el tema”, explicó .

Mirando al futuro.

Las diferencias planteadas el viernes en la Cámara de Diputados –y la fuerte participación de dos referentes del espacio que aún no ocupan las bancas que obtuvieron el 28 de junio– abre más interrogantes que seguridades sobre la posibilidad de conformar un bloque unificado de centroizquierda que sea capaz de pesar efectivamente en el Congreso. “Uno de los problemas clave es que dentro del espacio existen matices y distintas interpretaciones sobre el kirchnerismo. A veces, esas miradas sobre el Gobierno hacen que algunos privilegien fortalecer su perfil opositor antes que pensar en apoyar iniciativas que apuntan a apuntalar al Estado. Ése fue el pecado cometido por Solanas esta semana”, dijo un importante dirigente del SI.

Tal vez consciente del problema Martín Sabbatella no quiso entrar en polémicas personales: “Vamos a seguir trabajando por la unidad de la centroizquierda, en contra del bipartidismo”, insistió.

A la luz de lo ocurrido en la semana, una pregunta que no se puede soslayar es si el centroizquierda parlamentario llegará a ser un espacio fértil para sembrar acuerdos o si sólo servirá para plantar discordias

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